Las enfermedades de la piel, aunque en general –salvo excepciones– no son excesivamente graves, si resultan muy molestas e incómodas por ser bastante visibles a ojos de los demás.
Una de las más comunes es la psoriasis, un padecimiento cutáneo que produce irritación de la piel, la cual, en casos extremos, presenta manchas blanquecinas y escamosas denominadas, precisamente, ‘escamas’. No es grave pero, una vez que remite, puede reaparecer a lo largo de la vida.

Las pomadas son un tratamiento habitual para la psoriasis
Las zonas más afectadas suelen ser los codos, las rodillas y el tronco pero el enrojecimiento puede aparecer en otros lugares como el cuero cabelludo.
Además, estas manchas pueden ser de diferentes formas en función de los distintos tipos de psoriasis. Las hay de color salmón –psoriasis guttaca-, secas y cubiertas con escamas –en placa-, levantadas y gruesas –pustular– o incluso producir picor.
Se da en personas de cualquier edad. No obstante, sus síntomas suelen comenzar entre los quince y los treinta y cinco años y no es contagiosa, en contra de lo que se suele creer.
Parece ser una enfermedad hereditaria y, aunque sus causas no están del todo claras, la medicina piensa que se produce porque el sistema inmunitario del organismo confunde células sanas con sustancias peligrosas.
El desarrollo de esta dolencia sí está tipificado: normalmente, las células de la piel crecen en su interior y ascienden a la superficie una vez al mes, aproximadamente. En las personas que padecen psoriasis, este proceso se produce con más rapidez de lo normal y las células muertas se acumulan en la superficie.
Por otra parte, la enfermedad puede presentar otra sintomatología. Así, lesiones genitales (en los hombres), dolor de las articulaciones, caspa en el cuero cabelludo o alteraciones en las uñas.
La psoriasis aparece tanto de forma progresiva como repentina y, en muchos casos -como decíamos- desaparece pero vuelve a reactivarse en repetidas ocasiones con el paso del tiempo. Sus ataques pueden verse favorecidos por otros factores tales como infecciones por virus, sequedad de la piel, escasez de luz solar o incluso estrés y exceso de alcohol.
Para tratarla, además de distintas pomadas y, en caso de infección, antibióticos, existen algunos remedios naturales complementarios.
Así, la luz solar ayuda a eliminar los síntomas pero las quemaduras son peligrosas por lo que debe tomarse el Sol con precaución. También los baños con agua y harina de avena colaboran a eliminar las escamas e incluso pueden servir las técnicas de relajación anti-estrés.
En cualquier caso, siempre es recomendable visitar al médico que, en ocasiones, puede recetarnos un tratamiento con luz ultravioleta que, al parecer, resulta efectivo.
Fuente: Medline Plus.
Foto: Shawncampbell en Flickr.