La pesca de la ballena fue un negocio muy productivo hasta los años setenta del pasado siglo XX. Durante centurias, aventureros de todo el mundo se perdían en el mar a la busca de este codiciado mamífero, en una titánica lucha que fue retratada por una de las obras cumbres de la Literatura universal.
Naturalmente, nos referimos a Moby Dick, del norteamericano Herman Melville, quién fue tripulante de un ballenero y que nos relata con tintes épicos y autodestructivos la lucha del mítico capitán Ahab contra la gran ballena blanca.

Recreación de un cachalote cazando un calamar gigante
Los cachalotes pertenecen a la misma familia. Son animales gigantescos –pueden llegar a medir veinte metros de longitud y a pesar cincuenta toneladas-, que viven unos setenta años. Además, son la especie con el cerebro más grande conocida –pesa unos ocho kilogramos- y se alimentan de pulpos, rayas y calamares gigantes.
Se trata de una captura muy codiciada porque de estos animales se aprovecha todo. Pero desde hace unos años, se halla protegida por las leyes internacionales debido a que estaba en peligro de extinción. Sin embargo, nunca ha dejado de pescarse de modo furtivo.
El problema se ha planteado en la actualidad, ya que algunos países han solicitado a la Comisión Ballenera Internacional -organismo que se encarga de su protección- que el veto a sus capturas sea levantado y vuelva a permitirse su pesca. Los peticionarios –Japón, Rusia, Islandia, Dinamarca y Noruega– alegan que durante estos años la especie se ha recuperado y, por tanto, su pesca no produciría ningún perjuicio.
Pero ello es falso. Según los datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y otros organismos sigue siendo vulnerable e incluso para ciertos países, como Estados Unidos, aún continúa en peligro de extinción.

Un cachalote sumergiéndose
Según ellos, existen en la actualidad unos trescientos sesenta mil cachalotes en todo el mundo, lo que supone un veintinueve por ciento de la población que había antes de iniciarse su captura masiva. La falta de recuperación de la especie no sólo se debe a su caza furtiva, sino también a la contaminación de los mares.
La decisión sobre si se reanudará su pesca o no ha quedado -ante las discrepancias- pospuesta hasta el próximo año pero a buen seguro que los partidarios de su captura terminarán imponiéndose más tarde o más temprano y este gigante de los mares volverá a estar en grave peligro. En las manos de todos está el evitarlo.
Fuente: S. Información y Noticias Científicas.
Fotos: Recreación de cachalote cazando: Ryan Somma en Flickr | Cachalote sumergiéndose: Néstor Galina en Flickr.
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Qué triste es enterarse de esta noticia; y saber que en una época los pescaban solamente porque querían de ellos el aceite, la carne y el ámbar gris. No puede ser que este gran cetáceo tenga que verse perjudicado por la ambición de varias empresas balleneras que no tienen la más mínima idea de conservación o de regulación. Es un animal admirable, no sólo por lo grande, sino por las hazañas de las que es capaz y porque me parece por encima de todo muy bello. Lástima esta determinación.