Las Navidades se acercan a pasos agigantados. Son fechas en las que todos cometemos excesos. Por mucho que nos hagamos propósitos de frugalidad, es imposible cumplirlos. Las comidas familiares son copiosas, los dulces navideños, una permanente tentación, festejar la salida y entrada de año, casi un acto obligado, y, por si todo ello fuera poco, aparecen celebraciones de trabajo y con amistades.

Los licores suelen interferir en la digestión
Por ello, cuando las fiestas pasan, casi todos nos encontramos con unos kilos de peso añadidos y, lo que es peor, con varios empachos encima que nos han hecho acudir en diversas ocasiones a las sales digestivas.
No obstante, pues los excesos parecen inevitables, podemos aplicar una serie de pautas para lograr que esas comilonas nos hagan el menor daño posible, es decir, que preparen nuestro organismo para ellas.
Así, por ejemplo, si la comida copiosa va a ser la cena, es recomendable hacer un almuerzo frugal. Por lo menos, que limite los alimentos muy grasos o excesivamente condimentados y los muy calóricos. También evitar las bebidas gaseosas, los estimulantes como el café y, por supuesto, las bebidas alcohólicas.
Igualmente, una vez sentados a comer y puesto que el banquete se compone de varios platos, debemos procurar tomar poca cantidad de cada uno de ellos y masticar con calma la comida en su totalidad, tratando de saborearla tranquilamente. Asimismo, es conveniente acabarla con una infusión digestiva, como una manzanilla o una menta poleo, en lugar del clásico café.
También es recomendable limitar el consumo de licores, ya que su alta graduación alcohólica puede interferir en el proceso digestivo. En este sentido, tanto el alcohol como los puros acostumbran a provocar acidez, con las consiguientes molestias. Por tanto, cuanto menos abusemos de ellos, mejor nos encontraremos.

Los turrones son inevitables en estas fechas
Para terminar, es conveniente esperar a hacer la digestión para acostarse. Por tanto, no cenar excesivamente tarde y aguardar unas tres horas antes de ir a la cama. La digestión por la noche se hace con mayor lentitud y la postura en la cama puede producir el reflujo de los alimentos y la consiguiente acidez.
Si, a pesar de seguir estas pautas, nos sentimos indigestos, siempre nos queda el recurso de dormir y descansar todo lo posible y de tomar abundantes líquidos depurativos, como el zumo de limón, el agua con soda o la manzanilla, la cual es mejor en ayunas, pues tiene mayor efectividad. Si todas estas medidas no resultan efectivas, tendremos que recurrir a los medicamentos antiácidos, pero esto ya es cosa del doctor.
Fotos: Licores: Themed Chopper en Wikimedia | Turrones: X. Castro en Flickr